Vila-real, segons l'alcantarì fra Juan Ximènez (segle XVII)

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Crónica del bendito fray Pascual
Natural de Xerès, i nebot de qui era aleshores provincial dels frares franciscans de València, Juan Ximénez va conèixer a fra Pasqual Baylón quan encara tenia catorze anys i el frare va convèncer els seus pares perquè el deixara acompanyar-lo en el camí de retorn des de Xerès a València i que que li permeteren ingressar com a novici al convent de Jumilla, on va ser el seu mestre.

Amb el temps el jove Ximénez, sempre amic de Pasqual Baylón, va arribar ell mateix a ser Custodi de la província franciscana i, a la mort d’aquell va escriure una “Crónica del bendito fray Pascual” (València, 1601) que és la primera biografia del Sant, recollint testimonis de moltes persones que l’havien conegut.

Fra Juan Ximénez va presentar personalment els seus escrits al rei Felip II d’Àustria, demanant el recolzament del monarca per a l’inici del procés de beatificació de Pasqual Baylón.

En el text de la “Crònica” descriu així la nostra vila:


Esta villa de Villarreal, que como dice Viciana en la tercera parte de su Crónica, también se llama Venecia la Chica, “Venecia” por el gobierno y riquezas con que excede a muchas otras villas del reino de Valencia, “Chica” porque no tiene más de quinientas casas, está fundada en los floridos y fértiles llanos de Burriana, ocho leguas de la ciudad de Valencia, camino de Barcelona.

Es muy particular la forma de su fundación, porque está puesta en cuadro prolongado: tiene una calle en medio por lo largo de puerta a puerta, que es la más principal. Y otra que le atraviesa y hace una cruz principal en la plaza, con otras dos puertas en sus extremos. De suerte que desde el medio de la plaza se ven todas las cuatro puertas en los cuatro lienzos de las murallas, que son altas y bien torreadas, con cuatro baluartes o caballeros, que guardan las puertas, sin faltarle para ello sus piezas de campo. Tiene cada una de las sobredichas dos calles principales, otras dos colaterales, que le acompañan de largo a largo; de suerte que cruzándose las tres calles de lo largo con las otras tres de lo ancho resulta en cada calle tres cruces y en todas ellas nueve encrucijadas. Los cuatro jurados, que se eligen cada año para su gobierno, han de ser de los cuatro cuarteles que hacen la cruz mayor, porque cada uno tenga cuidado de su barrio en el gobierno.

La iglesia mayor de esta villa, que es hermosa y rica en edificio, retablo, plata y en renta, con dieciocho beneficios simples, es del título de Santiago, porque así a ella como a la villa la fundó y enriqueció el invictísimo rey de Aragón, Jaime I, que ganó a Valencia.

Por un lado tiene el mar, y por otro la ciñe muy cerca el río Millars que, nacido en Aragón, viene regando la tierra llana y términos de Burriana, Castellón y Villarreal y otros, dando aguas delicadas y sabrosos peces. Tiénele la villa adornado con puente, azud y acueducto, tan costosos, que cada una de estas piezas es poco arbitrarlas en valor de treinta mil ducados. Y no es mucho, porque tiene grandes propios y mucha renta.

Está cercada de quince jardines, aunque todo su término es un hermoso y delicioso jardín plantado de mil diferencias de árboles y frutos que se riegan del río. Sin faltarle secano y monte de mucha arboleda y caza de francolíes, perdices, liebres y conejos.

Nunca para siempre, ni en conjuraciones, ni en comunidades que ha habido, ha vuelto su espalda a su rey, ni se ha apartado un punto de su corona. Antes habiéndola vendido un rey a cierto infante, ella misma se redimió con sus propios dineros y se volvió a dar y reunir a la corona, con pacto de que el rey no la pudiera separar de él.

Fuera de la villa, en los arrabales, hay dos conventos, uno a la parte de valencia donde hay religiosos de la sagrada Orden carmelitana, y otro a la parte de Barcelona, de nuestra Señora del rosario, donde hay religiosos descalzos franciscanos de la provincia de san Juan Bautista.

En este convento, por singular merced de Nuestro Señor, vivió por algunos años el santo fray Pascual. En esta villa conversó, estas sus calles visitó con la alforja al hombro pidiendo limosna corporal y dándola espiritual a todos. Aquí murió bienaventuradamente, aquí está sepultado y aquí han recibido y reciben los hombres la salud y muchas gracias de Dios, por intercesión de su santo. Y porque por esta causa nombramos a cada paso esta villa me pareció traer aquí su descripción, para que los que no la han visto, puedan ver siquiera su historial pintura.