Antologia poètica de Domingo Ferrer
ADORACIÓN
¡Oh, dulce soledad de mi alquería,de paz exuberancia,
en dónde, rica en luz, rica en aromas
solemne la hora pasa;
donde se ve nacer el pensamiento
con el latir del alma,
y a Dios se ve, quien para mí los seres
levantó de la nada
y amoroso los guarda todavía
debajo de sus alas!
¡Misterios de mi huerta! ¡Dios la habita
y para mí la guarda!
Dios está aquí, y le aspiro en los aromas
del geranio y la albahaca,
y habita en los colores y en los jugos
de mis frescas naranjas
que al sol expuestas como pellas de oro
en las sufridas ramas
oscilan tentadoras, encerrando
sabrosas esperanzas.
Al moverse las auras rumorosas
digo al corazón: calla,
es el roce sutil de sus vestidos;
¡adora, es Dios que pasa!
FLORACIÓN (GEÓRGICA)
Rinda honores mi pluma campesina
al soberbio naranjo de mi huerta;
huerta de aromas, inexhausta mina,
que en blando lecho de azahar despierta.
Vibre de amor huertano que concuerde
con tantas flores al azar sembradas,
ayer nacidas entre la hoja verde,
en pequeños racimos hacinadas.
Aun siendo de las sombras prisioneras
presintieron que el sol las besaría,
y en las horas solemnes mañaneras,
tras la noche, se abrieron con el día.
Extendidos sus pétalos fragantes
con el fresco contacto del rocío,
alzan ya al sol mil besos exultantes,
rebosando de dicha y poderío.
Hoy inauguran amistad estrecha
con la luz de sus llamas seculares,
por la que aromas de la flor cosecha
al alzarse radiante de los mares.
El es quien viste al naranjal de albura
como en copos de nieve suspendidos,
y adorna su hierática figura
con ornamentos de azahar ungidos.
Tal se presenta al mundo ataviada
de su dicha en los castos resplandores
la que ostenta azahar de desposada,
símbolo virginal de sus amores.
sí mi huerta en flores olorosas
de rica miel y de sin par blancura
que envidian los claveles y las rosas
muestra el rico joyel de su hermosura.
Como una reina que a un culto obliga
a la plebe sedienta de belleza,
si ante el asombro popular prodiga
tesoros de hermosura y gentileza.
LA COMIDA
Bajo el parral la mesa está parada,
humeante el arroz, el pan reciente,
del fragante pepino en ensalada
llena está a rebosar la blanca fuente.
Encarnado y jugoso es el tomate,
cortado en largas tiras el pimiento,
sin faltar la cebolla que desate
sed de vino y, por él, sed de contento.
Bendigo los manjares y, reunidos,
se sientan todos a comer ganosos:
habrá banquetes más abastecidos,
pero no más alegres y sabrosos.
Mil gorriones nos dan música … y priesa
desde la higuera, reprimiendo enojos,
cual comensales de segunda mesa,
llenos de envidia sus menudos ojos,
que en espera del fin están alerta
su parte a vindicar, pues han sabido
que los gorriones tienen en mi huerta
derecho a las migajas que han caído.
Y mientras limpian la vajilla,
de los platos al son cual instrumento,
entonan otros fácil seguidilla
que estremece los aires de contento.
LLUVIA DE PÉTALOS
Mas, ¡oh misterio!, el sol que en ti fulgura
pronto rasgará el velo;
pronto tus nieves cubrirán el suelo,
efímera hermosura.
Pronto a tus pies verás de muerte heridos,
del sol a los ardores,
en elegante lluvia de colores
los pétalos caídos…
Pronto, de efímero vivir contritos,
en el suelo humillados,
con el sangriento polen mancillados,
los llorarás marchitos…
Verás caer siguiendo la fortuna
de corolas enteras,
estambres que aún arrastran sus anteras,
pero sin gracia alguna.
Mas esa muerte, horror de nuestros ojos,
el corazón recrea,
mientras el suelo alfombra y hermosea
con floridos despojos…
LETEO
Creyó un deber la Grecia, aunque pagana,
sepultar lo pasado en el olvido:
aun la paz del Olimpo fuera vana
quedando la señal de haber sufrido.
Y borraba, las aguas del Leteo
toda triste memoria del pasado;
con su venganza que forjó el deseo
quedaba allí el oprobio sepultado.
Yo tengo esa fe griega, pues me exige
la paz olvido de pasadas penas:
a quien fue esclavo, la memoria aflige
de haber llevando alguna vez cadenas.
Mas mi Leteo son las auras suaves
con sus alas cargas de armonía,
el sonoroso trino de las aves,
la sombra de mi parra y mi alquería.